(Resenya escrita per: Noelia Mellado Pozas). 

 

Como todos/as/es sabemos se acerca el 28 de junio (o lo que es lo mismo el Día Internacional del Orgullo LGTBI). Pero… ¿Por qué esa fecha y no otra? ¿Qué se conmemora ese reivindicativo y festivo día? Simplificando mucho la historia, en la madrugada del 28 de junio de 1969 en el local conocido como Stonewall Inn ubicado en Greenwich Village (Nueva York, Estados Unidos) tuvo lugar una violenta redada policial que marcó un antes y un después para las personas del ambiente pues la clientela del local (mayoritariamente del colectivo), se alzó y se negó a abandonar el establecimiento tras recibir palizas y haber detenciones injustas a las personas del colectivo que se encontraban en el interior simplemente por no ser heterosexuales. Cabe decir que en esa época la policía tenía el total beneplácito del gobierno para perseguir a personas LGTBI con total impunidad incluso publicándose en los medios de comunicación de la época, fotografías con nombres y apellidos de aquellas personas que habían sido vistas en locales asociados al colectivo. En este contexto en el que se perseguían a todas las personas que fueron LGTBI, destacaron especialmente dos figuras claves que fueron quienes más reivindicaron la necesidad de concienciar sobre la importancia de conseguir derechos en defensa de las personas LGTBI. Esas dos personas (que contaron con el apoyo de mucha otra gente cuyos nombres y rostros se están ahora recuperando de la historia) fueron: Sylvia Rivera (mujer trans y feminista) y Marsha P. Johnson (mujer trans, bisexual, negra, trabajadora del sexo y vinculada a la lucha contra el SIDA). Ambas formaron STAR (Street Transvestite Action Revolutionaries) cuyo fin era ayudar a todas aquellas personas del colectivo (especialmente trans) que no tenían un techo bajo el que poder dormir o cubrir sus necesidades básicas. Resumiendo, el 28 de junio celebramos que Marsha P. Johnson dijera: “A mí nadie me hace callar” y fuera capaz junto con el resto de sus compañeros/as/es de iniciar, con su empoderamiento, el amplio y diverso movimiento arcoiris internacional. Un movimiento LGTBI que, a día de hoy, sigue reivindicando en España la necesidad de una ley LGTBI y, por supuesto Trans, que parece retrasarse sin motivo en pleno “moderno” siglo XXI por parte de los principales partidos políticos del Estado (lo que demuestra que aún sigue siendo necesario salir a las calles y no callarnos). 

 

Es por ello que a las puertas de esta celebración del Orgullo 2021 no se podía recomendar otra película que no fuera la recomendada para cualquiera que tenga más de 16 años: Pride (2014). 

 

Este magnífico film nos remonta nada más y nada menos que a la Inglaterra veraniega y calurosa del 1984 en cuya esfera política destacan las acciones llevadas a cabo por su primera ministra: Margaret Thatcher (conocida popularmente como “La dama de hierro”). En este contexto, el Sindicato Nacional de Mineros (NUM) reivindica sus derechos para poder desarrollar su labor profesional de manera digna mediante una huelga que se va prolongando. Mientras la huelga está teniendo lugar, un grupo de personas del colectivo que se autodenomina LGSM (siglas de “Lesbians and Gays Support the Miners”) deciden aparcar la preparación del Orgullo para recaudar fondos para los mineros y sus familias. La trama toma un giro inesperado cuando el sindicato de mineros no acepta el dinero recaudado y LGSM deciden contactar con una pequeña comunidad minera de Gales para hacerles llegar la ayuda económica conseguida. ¿Qué sucede a partir de eso momento?  

 

¡Basta ya de spoilers! Todo cuanto se puede intuir es que el grupo del ambiente descubrirá que no importan nuestras diferencias sino aquello que nos une.  

 

Pride es de esas películas que teniendo elementos más propios de las tragedia o los dramas, es capaz de emocionarte de forma inesperada mediante risas e incluso carcajadas a destiempo. Más que una película es una auténtica lección de vida en la que se demuestra la esencia del ser humano tanto aquellos valores positivos como aquellas cuestiones que todo el mundo hemos vivido en algún momento de nuestra existencia: el temor por lo desconocido y el daño de los miedos infundados, traumas que parecen haberse superado sin ser así pero que terminan por superarse gracias a la presencia de otras personas, la capacidad de empatizar con quienes sufren, el empoderamiento de la mujer en un contexto complicado, hablar de sexo incluso con quienes puedes no esperarlo jamás o incluso la búsqueda de tu identidad como individuo/a/e en la sociedad son algunas cuestiones que vas a ver reiteradas y entrelazadas en este film en el que, en definitiva, nos demuestra que todo el mundo nos necesitamos los/as/es unos/as/es a los/as/es otros/as/es.  

 

Un aspecto especialmente interesante en este largometraje costumbrista inglés, es la capacidad de situarte con gran veracidad en un determinado contexto histórico (no tan lejano). Igualmente destacable es el hecho de que no  hay escena que no esté controlada por un ritmo argumental equilibrado (lento si hay elementos de drama y rápido cuando la risa asoma). Este canto audiovisual a la humanidad tiene por objetivo primordial una constante función didáctica. Esto es, no vas a ver una película… Vas a ver la vida misma: argumentos, contraargumentos, giros inesperados, posturas enfrentadas, posturas que se apoyan sin necesidad de escucharse, posturas que curan… Posturas que representan distintas mentalidades que pueden llegar a entenderse. Por todo ello, resulta verdaderamente complicado encontrar aspectos a mejorar porque, en lo que a mí respecta, sólo puedo amar a esta joya (no puedo negar que en este caso soy completamente imparcial). Ahora bien, tal vez el público actual podría echar de menos la presencia en la película de personajes trans y/o bisexuales o incluso mayor visibilidad de personas racializadas pues la mayoría de personajes son heterosexuales o gais y, en menor medida, lesbianas. Sin duda alguna esta es una cuestión delicada ya que aunque actualmente es cierto que se intenta siempre visibilizar las múltiples realidades y vivencias que podemos vivir las personas del colectivo, en el contexto del film era común usar los términos gays, lesbianas e incluso apoderarnos del insulto marica o bollera para empoderarnos todo el mundo a través de ellos. Por otro lado, en esos tiempos se pretendía defender al colectivo al completo lo que significaba que no siempre se pudieran abordar las realidades, problemáticas y/o especificidades que puede sufrir cada una de las siglas y eso provocaba falta de empoderamiento de unas siglas del colectivo en comparación con otras. Este es el tema posiblemente más polémico si lo asociamos a nuestra actualidad. Ahora bien, Pride no pretende precisamente invisibilzar a nadie sino todo lo contrario. Prueba de ello es que existen personajes claves en el film que muestran el momento de la salida del armario en un entorno conservador de un chico joven y de un hombre de la tercera edad y casado lo que supone un gran ejercicio de diálogo intergeneracional sobre un mismo tema y todo en el mismo largometraje (algo muy poco común).  

 

Como curiosidad el movimiento vegano y animalista, cada vez más presente en nuestra actualidad, también está presente en Pride así como también podemos conocer cómo era en aquella época el saber que eres VIH positivo. 

 

Si crees todavía que no merece la pena ver esta película, sólo quedar recordar algunos de sus premios y/o nominaciones más sonadas: 

 

  • (2015) Premios Gaudí: Nominada como Mejor Película Europea. 
  • (2014) Globos de Oro: Nominación a Mejor Película Cómica/musical. 
  • (2014) Premios David di Donatello: Nominada a Mejor film de la Unión Europea. 
  • (2014) Premios BAFTA: Mejor debut de un escritor, director o productor británico. 
  • (2014) British Independent Film Awards (BIFA): logró 3 premios de 7 nominaciones en distintas categorías. Consiguió por unanimidad el premio a Mejor película. 

 

En definitiva, si no puedes acudir a la manifestación del Orgullo LGTBI de este año (algo que recomiendo infinitamente por el ambiente que se respira a las 19 h en Plaza España el 28 de junio y las medidas de seguridad que se llevarán a cabo), te recomiendo ver este largometraje pues aunque su duración sea de casi 2 h, querrás que continúe incluso cuando aparezcan los créditos.